viernes, 8 de julio de 2011

9 de julio: dia de la sublevacion leprosa

La escencia de esa jornada repleta de gloria en la mítica Bombonera es la que nos seguirá guiando para recordarnos que en nuestras venas rojinegras corre sangre digna en pos de la defensa de nuestra identidad.

Por Roberto

Hay momentos en la vida de las personas que son inolvidables, que marcan hitos y en muchos casos provocan alteraciones de rumbos o reflexiones profundas, que modifican actitudes o comportamientos. También, los hay en el mundo, países, ciudades, barrios, empresas, clubes. Y esos días pasan a ser historia a tal punto que a veces se convierten en el punto de referencia de algún cambio insoldable del momento o a futuro.
Así fue como por ejemplo un 20 de julio de 1969, el hombre pisó por primera vez la Luna y ese recuerdo quedó marcado en la memoria de todos los que lo vivieron como un hecho único hasta ser institucionalizado aquí como Día del Amigo. Veinte 20 años después, un 9 de noviembre de 1989, caía el Muro de Berlín, entrando en la historia como el principio del fin de los regímenes comunistas. ¿Quién no contó alguna vez donde estaba y cómo vivió el gol del Diego a los ingleses? ¿O qué hacía cuando se enteró de la muerte de Perón? ¿O el día que vino el Papa a Rosario? Y así podemos enumerar decenas de hechos.
NOB-FORMACIONPara nosotros los leprosos, hay también días gloriosos que quedaron grabados en nuestras retinas y fundidas en el alma. Como la primera vez que fuimos a la cancha. ¿Hay un recuerdo más enternecedor y conmovedor que ese momento? Entrar al viejo estadio del Parque de la mano de padres, madres, tíos o hermanos y recordar aun esa primera impresión, el palpitar de nuestros corazones, las pupilas dilatadas tratando de abarcar todo el escenario. Recuerdo imborrable que aun con cien años de edad, no dejaremos de reflejar cada detalle como el primer instante, evocación que reflotará cada vez que recordemos el Día del Padre o de la Madre, mirando al cielo…
¡Y qué hablar del 2 de junio del 74! Nuestra primera estrella, corolario de un proceso de 3 años con un estilo de juego único que le dio identidad a nuestra divisa y terminó con uno de los máximos logros de la historia rojinegra: en tu cara y en tu cancha.
Después pasamos a la etapa del Piojo Yudica con un campeonato que tuvo como orgullo la marca registrada leprosa: todos los jugadores, titulares, suplentes y el mismo técnico surgidos de la cantera del club, hecho único en el mundo.
Llegó la era Bielsa, el máximo ídolo de la grey leprosa. El que nos sentó definitivamente en la Mesa de los Grandes y al que la mala fortuna, de visitante, con el mejor San Pablo de su historia, lo privó del premio mayor.
Hasta que volvió el Tolo Gallego como entrenador y junto a un grupo de pibes hinchas y jugadores de otros equipos que entendieron lo que es Newell’s, logramos otro campeonato mientras los ñubelistas establecíamos un record sin parangón: 40 mil de visitante.
La grandeza de Ñubel hace que tengamos muchos días para recordar como únicos, muchas fechas para colocarlas en colorado en el almanaque, infinidades de instantes glamorosos. Los hay comunes a todos, los hay privativos de cada hincha.
TAPA-GRAFICOPero sin embargo hay una fecha, un día, una vuelta especial. Fue el 9 de julio de 1991 cuando el Ñubel de Marcelo enfrentaba al Boca de la mayoría, de los medios, del poder futbolero y económico. En la mítica Bombonera donde la mayoría de los equipos hociquean, donde a los jugadores le tiemblan las piernas, donde para los visitantes ganar es una lotería y dar una vuelta olímpica, un milagro. Todo el mundo, menos nosotros, daban por descontada la derrota leprosa. Y para que el escenario típico de una lucha titánica fuera más dramática, la lluvia, el campo de juego barroso, expusieron la situación para ser retratada por el mismo Quinquela Martín…
Ese partido terminó de soldar para siempre en nuestro espíritu la garra que caracteriza al hincha de Newell’s. Hacía tiempo que lo veníamos demostrando pero ese 9 de julio, un conjunto de leones en la cancha y los miles que estaban en la tribuna, escribieron una de las páginas más extraordinarias en la vida de la Lepra.
Les ganamos a todos, demostramos que cuando nos lo proponemos, nadie puede con nosotros. Ese 9 de julio nos sublevamos, dijimos: ¡Aquí están los colores rojo y negro que llevan las banderas revolucionarias del mundo! Aquí, el Gran Marcelo mostrando el camino junto a los representantes más fieles del ADN leproso y que con la batalla ganada ofrendaron a su gente el gran trofeo: la vuelta en La Boca para la mirada respetuosa de todo el universo.
Nadie podrá olvidarlo nunca, tanto los que lo viajaron a Buenos Aires como los que lo vieron por televisión. En pocas ocasiones mi corazón latió tan rebosante de orgullo como ese día; tantas veces me viene a la memoria la figura del Gringo Scoponi revolcándose en los penales y el racimo de abrazos en el medio de la cancha cuando terminó el partido. La sensación de la vuelta a Rosario con la desesperación por llegar y abrazarse con todo el mundo fue inigualable, impresión que afortunadamente volvimos a repetir en diciembre de 2004.
Mientras se pateaban los penales, sostenía en mis manos una estampa de la Virgen a quien le rogaba desesperadamente ilumine a nuestros jugadores. Al tiempo, se la hice llegar a Marcelo Bielsa, quien tuvo la deferencia de agradecérmelo por nota que guardo entre mis invalorables tesoros.
Ese espíritu leproso que llevamos en el alma, reafirmado en esa fecha patria, es el que nos llevó también a ser pacientes y luchadores en la titánica lucha contra la dictadura que usurpó el gobierno de la institución durante tantos años.
La esencia de ese 9 de julio, es la que nos seguirá guiando para recordarnos que en nuestras venas rojinegras corre sangre digna en pos de la defensa de nuestra identidad que nunca vamos a abandonar.


articulo publicado en: www.newellsoldboys.com.ar

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